“Desde el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba.
Descubrimos (en la alta noche ese descubrimiento es inevitable) que
los espejos tienen algo monstruoso.”
Jorge Luis Borges, “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius”
SOSPECHAS
Lo único que heredé del hermano de mi padre fue un espejo. Sostenía el tío Alfredo que aquel objeto delataba el gesto oculto, que mostraba la verdadera cara detrás de las máscaras de los hombres. Nunca supe mucho de su vida, pero su final, cayendo al vacío desde el segundo piso de su mansión, alimentó la leyenda en boca de quienes aseguraban que la revelación de aquel espejo lo había arrojado a la muerte. Como una curiosidad lo coloqué en la sala y me dediqué a repartir entre mis amistades la historia de mi tío y otras tantas variantes nacidas en mi afición literaria.
Pero pronto mi vida feliz se perdió en la bruma de la duda. Sospeché una aventura amorosa de mi amada. Agoté todo lo que tenía a mi alcance a lograr una prueba, hasta que el demonio de la desesperación me condujo directo a la historia del espejo. Bastó una breve charla, una pregunta desesperada y una negativa rotunda… pero su imagen reflejada en aquel monstruo heredado mostró la burla y el deseo en otro cuerpo. Bastó un solo golpe para que la sangre se multiplicara en el espejo. El fuego hizo el resto.
SECRETOS
Estaba camuflado entre cientos de objetos a la venta. Era ideal para el rincón desnudo de su comedor. Preguntó el precio, ganó algo en el ritual del regateo y en minutos lo cargó en su camioneta. La luz del sol desnudó las caricias de las llamas y algunas manchas rojas en el marco. Todo solucionable. El espejo estaba intacto. Camino a casa recordó entre risas la estrategia del vendedor: “Dicen que este espejo te puede mostrar todo lo que pasó, en donde lo coloques recogerá la memoria del lugar”.
Tan pronto como estuvo reparado y habitó el rincón de su sala, el aire se llenó de preguntas ocultas en el silencio. Bastó con que una mañana se preguntara frente al espejo sobre la vida de su hermano, sobre su silencio y lejanía. Su corazón dio un salto al verlo reflejado en el espejo, revolviendo cajones, robando las joyas de su madre. También vio la brutal paliza de su padre. Ya no pudo moverse de allí, no hasta preguntarlo todo, quizás demasiado. Días después su camioneta fue encontrada en el fondo de un barranco; lo único que había sobrevivido a la brutal caída era un viejo espejo que flotaba en las aguas de aquel profundo bañado.
SEÑALES
Todo lo que ves acá perteneció a tu abuelo. Este era su refugio, hasta que pasó lo de la abuela. Muchos dicen que la culpa fue de ese espejo. Al abuelo le encantaban las antigüedades. Tenía mano para repararlas. Dicen que ese espejo lo encontró en el bañado, en donde hace unos años hubo un accidente. Cuando el abuelo se lo llevó alguien le advirtió que era un objeto maldito, que te adelantaba lo que se venía. Dicen que el viejo se rio a carcajadas y se lo trajo para acá. Lo arregló y lo puso en la pieza de la abuela.
A partir de ahí todo cambió. El viejo se puso raro, no dejaba entrar a nadie y no dejó salir más a la abuela. Todo a punta de pistola. Un día nos llamó la policía. Encontramos a la abuela muerta al pie de la escalera y al abuelo a su lado, que no paraba de hablar del espejo. Decía que le había avisado, que la había visto caer, que la cuidó todo lo que pudo. Terminó sus días repitiendo lo mismo una y otra vez. Te dije que no lo miraras. ¿Qué te pasa? ¿Por qué me mirás así? La misma cara de espanto del abuelo. Mejor dejemos todo como está. Vamos a casa.
RIQUEZAS
Ese galpón era un estorbo. Ajustó las cadenas a la viga central, aceleró un poco y todo se desmorón en segundos. Se dio vuelta para contemplar su obra, pero un reflejo no lo dejaba ver. Caminó entre las ruinas hasta llegar a un viejo espejo. Le gustó para su sala. Le pidió al capataz que lo llevara al taller, pero el viejo Juan, de lejos, le dijo que ni loco tocaba aquello, que en la zona siempre se había hablado de un espejo maldito que te sacaba todo lo que se reflejaba en él. Se rio. Todas esas cosas eran puras pavadas. Él mismo lo reparó. No fue difícil tapar las cicatrices del marco. Lo demás estaba intacto.
Créanlo o no, a partir de ese momento cada negocio cerrado en la sala habitada por el espejo terminaba en el fracaso, el dinero allí contado desaparecía de formas inverosímiles. Todo tuvo que ser vendido, hasta que sólo quedó aquella reliquia, y el recuerdo de las palabras del viejo Juan.
El hombre, en la ruina absoluta, juntó fuerzas para arrojar la maldición por la ventana. Dicen por ahí que el marco se destrozó, pero el espejo se mantuvo entero, y que un viento repentino hizo volar por el pueblo cientos de billetes. Un disparo en la sien cerró aquella terrible historia.
EL OTRO LADO
Te advirtieron no ir a la zona del bañado. Te dijeron que era tierra maldita. Escuchaste que nada ni nadie entraba o salía de allí, que todo se empecinaba por pegarse y retorcerse, que no había ni espacio para respirar. Dejaste el auto en la que llamaban “curva de la muerte” y bajaste por lo que parecía un viejo sendero. Era verdad. Ahí abajo ni el aire quería andar.
Atravesaste el bañado dejando toda tu energía. Perdiste la noción del tiempo. Del otro lado un monte hostil y la silueta en ruinas de una estancia. Había que mirar adentro. Tu pie derecho arrancó y quebró algo oculto. Te arrodillaste, tus manos curiosas despejaron las hojas muertas. De a poco descubriste los restos de un viejo espejo. Levantaste la parte que habías quebrado. Cuando tu cara se reflejó en ese fragmento tu brazo ya no fue tuyo. Perdiste el control. Tu mano izquierda ahora cae sobre la otra parte del espejo. Tu cara quedará entre ambas partes. Y los verás. Todos ellos te atravesarán. Te mostrarán sus terribles destinos.
Finalmente, el ultimo (o el primer) habitante de aquel espejo empujará tu mano derecha y el filo quebrado del espejo se hundirá en tus venas. Y te irás con aquellos que osaron no creer en la monstrusidad de lo que se oculta del otro lado del espejo.
Texto publicado en la Antología «Entre giros y sombras» de Editorial NiñaPez en el año 2020.
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