En épocas de voraz sobreabundancia de series que agotaron las posibilidades de los personajes clásicos literarios, la mayoría de la veces con resultados lamentables (Drácula es la víctima más notoria de ese descalabro), Penny Dreadfull se convirtió en un producto que supo homenajearlos en su justa medida.
En la Londres gótica industrial, cuna de los incontables horrores del mundo occidental moderno, no resulta fácil imaginarse la convivencia siempre tensa de seres que, cerca a lejos de una ciencia, de Dios, de la luz o de la oscuridad total, cargan sobre sus espaldas pasados de los que no pueden escapar.
¿Qué puede suceder si juntamos a una mujer atormentada de mil maneras por las criaturas de la noche, brujas consagradas al maligno, científicos que juegan a ser Dios sin medir las consecuencias, sus creaciones buscando dramáticamente su origen o su destino, la bella inmortalidad llevada a limite de la perversión, licantropía, vampirismo, hombres valerosos junto lo más bajo de la sociedad victoriana?
Si a la suma de los mejores personajes del terror gótico se le agrega un guión repleto de poesía del romanticismo (El paraíso perdido de Milton, Shelley, John Clare, Tennyson y Wordsworth) en boca de algunos atormentados seres, una ambientación y una fotografía impecables, no hace falta decir mas.
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