Me acompañan en estos días los poemas de Jorge Luis Borges. Era deuda la relectura de algunos y el descubrimiento de otros.
Transcribo caprichosamente algunos fragmentos pertenecientes al primer libro, «Fervor de Buenos Aires» que me resultaron impactantes. Pretender un ambicioso análisis de la lineas seleccionadas no es la intención, para ello están los eruditos de la forma y el contenido. Sólo transcribo aquellos versos que, en definitiva, son para mi el centro mismo del espíritu poético: el impacto certero en el alma del lector de una palabra que no puede ser explicada con la palabra.
Definición de poesía:
«…el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.»
El sur
La descripción perfecta:
«Penumbra de la paloma
llamaron los hebreos a la iniciación de la tarde
cuando la sombra no entorpece los pasos
y la venida de la noche se advierte
como una música esperada y antigua,
como un grato declive.
En esa hora en que la luz
tiene una finura de arena,
di con una calle ignorada,
abierta en noble anchura de terraza,
cuyas cornisa y paredes mostraban
colores tenues como el mismo cielo
que conmovía el fondo…»
Calle descolorida
«Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra…»
La plaza San Martín
«Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo de la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.»
El patio
«…el poniente que no se cicatriza
aun le duele a la tarde.»
Campos aterdecidos
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