Sólo un viaje más

Me dicen que cuando nací la destrenzada rozó como al pasar la sangre de mi madre. Con un leve toque, en un descuido de la vida, logró separarnos. Se la llevó hasta el borde de su mundo e intentó con todas sus artes empujarla al vacío. Pero al parecer no pudo con la tenacidad de una madre que no quería abandonarnos. Sólo logró separarnos cuarenta días.

Muchos años después mi madre me contaría que en una ultima treta la sombra tentó su paso con la presencia de todos los seres queridos que ya habían partido. A pesar de todo ella se negó y volvió para acunarme. Pero esa lucha no fue gratuita. En su piel quedaron grietas imperceptibles, cicatrices de una pelea sin tregua que le dejarían a mi madre un lento dolor que la fue envolviendo día a día, alejándola hasta de ella misma.

Hace unos meses al fin no pudo o no quiso luchar más, entonces la paciente sombra logró sin esfuerzo lo que no había podido casi cincuenta años atrás, en lo que para ella y su eternidad solo había sido un suspiro. Así partió mi madre de sangre en busca del alivio que le faltaba.

Pero parece que los tiempos de la madre sombra están aun lejos de nuestro entendimiento.

Hace unos poco días vino en busca, así, sin más, de la que nombro sin temor a la exageración como una madre literaria de unos tantos que ahora andamos por el mundo un poco más que tristes. Alguien que dejó en los que pudimos conocerla y en todos los que la leímos y amamos sus relatos un sendero en medio de la oscuridad del mundo. Y casi de inmediato, al saber de su partida, vieja Kush vino a mi memoria con sus palabras lentas: «si somos capaces de amasar el pan como un final, la muerte será una hermana». Me pregunto si la madre de los confines habrá tenido tiempo para amasar su partida, o si la hermana sombra no quiso esperarla y quiso caminar al fin con la única que pareció comprenderla en toda su dimensión, la única que la trajo a mirar nuestro mundo a través de los ojos humanos de Wilkilén.

Desde nuestra pequeñez y egoísmo nos duelen las partidas, porque siempre queremos más, esperábamos ansiosos nuevas historias, más dragones, mucha más poesía. Pero no hay vuelta atrás en estas cosas. Grande es lo que nos dejó nuestra madre literaria como para no comprender su nueva senda.

Como muchos, llegué a ella a través de una entusiasmada y voraz lectura de la Saga. Luego logré contactarla para compartir una inolvidable mañana con mis alumnos. Me atreví en mi entusiasmo a enviarle algunos de mis textos. Los leyó con detalle y respeto. Criticó con delicadeza páginas más que olvidables. Dijo encontrar en una de ellas mi voz narrativa. Me sugirió el camino. Me acercó a Le Guin y Bellessi. Más adelante pude participar en algunos de sus talleres, en los que nos obligó a soltar la pluma con consignas desconcertantes. La descubrí escuchándonos, con los ojos cerrados , en busca de la nota disonante en nuestra músicas, festejando cada acierto como si fuese una batalla ganada. Me dejó en cada dedicatoria una enseñanza en el a veces espinoso camino de la escritura. Festejó la publicación de mis relatos con una entusiasmada critica de cada uno, algo que guardaré como un tesoro. Me sorprendió una mañana partiendo inesperadamente, detrás de una estela repleta de poesía.

Ya es hora de que puedas refrescar tus manos cansadas de escribir en el Lago de las Mariposas, o escuchar las interminables historias de Cucub junto al fuego, al comienzo de la temporada de lluvias ¿O estarás amasando pan bajo la mirada simple y honda de Kush? No lo sé. Quizás dejes que Wilkilen te arregle el cabello si los Japiripés hicieron travesuras con ellos, mientras tu vista busca en el horizonte el majestuoso vuelo de Hobsyllwin. Quizás hayas cruzado una sonrisa con Nulán a través del tiempo. O puede ser que simplemente estés caminando la sequedad bella y dolorosa de la Quebrada junto a Sabino y Primo. Realmente no lo sé.

La única certeza que me queda es que seguiré creyendo en tus historias, así como creo «en las buenas personas que parecen darle más importancia a la belleza que a la verdad. A ellos les creeré, como a vos, punto por punto».

Buen viaje querida Liliana. Y si ves a mi madre por ahí, contale una historia que la aleje de las tristezas no le permitieron ser feliz aquí, de este lado del mundo.

2 respuestas a “Sólo un viaje más

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  1. Precioso texto, y precioso homenaje a la amada Liliana que con sus palabras nos tocoó a todos incluso si no la conocimos personalmente. Y nos dejó un poco desamparados pero con el consuelo de sus maravillosas historias, como si fueran el fuego cálido de la casa de Vieja Kush

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  2. Digno hijo de inmensa madre tejedora de historias mágicas, cincelaste aquel trabajo de la Sombra, que como dijo Vieja Kush, » todos comprenden pero nadie acepta». Seguramente desde donde esté Liliana, celebre que sus voces de poesía logren hilar fino en tus textos.

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